domingo, 31 de julio de 2011

Volví

He vuelto a escribir después de unos días y dirán, raros tal vez, nuevamente las tristes y también alegres melodías, de cantos, de gritos, de ruidos, de dedos rotos que me han llevado a escupir teclas, capaz que tintas también o aunque sea carbón. 


Hoy un pequeño cuento:


Hubo y habrán mil veces un corazón roto, despavorido y envuelto en profundidades estelares que solo un curandero con años de experiencia podría curar, o tal vez una buena amante como diría mi padre. A su rescate llegaron sus amigos, nuevos, viejos, desconocidos, conocidos, putas, perros, cigarros, y hasta aviones. No lograban nada, él era incapaz de cooperar, ¿Cómo iba a cooperar si llevaba años de tortura? era como ver a dos gatos teniendo sexo, o ver a un perro dormir, era como ver durar una botella de vino. 
Llegaron unas maestras, trajeron viejos recuerdos que ayudaron un poco, pero nada, recaía una y otra vez, como si le gustara los balcones llenos de lágrimas, los ceniceros con hojas con letras sin sentido, los libros mojados, los cigarros mal fumados. ¡¿Cuál será la solución!?
Pasaron unas semanas y muchas soluciones quedaron inconclusas en los cuartos vacíos de este amiguito en problemas, ya veía la muerte como un claro en su ventana, o tal vez acudir a la caja de herramientas.
Cuando el pasado apareció navegando, el bote a veces estancado pudo conectar con un arrecife bastante hermoso, corales antiguos recordaban las alegrías de vivir, y como por arte de magia un animo enorme encontró en su nido un ave libre, un viento fuerte y a volar para jamás volver. 
Varios corazones regenerados generaron a la vez fuerza vital capaz de sacar adelante al más destrozado de todos, y él volvió a creer en la vida y en el amor sin necesidad de viles vicios que nos carcomen la humanidad, nuestra sana humanidad perdida hace cientos de años, entre pecados y errores, entre iglesias y dioses. 


(Continuará.........................)










Alfonso González

lunes, 11 de julio de 2011

Noche sin importancia

Noche sin Importancia

Me doy vuelta,
luces parpadean,
será el sabor,
de mi boca aun.
te veo de frente,
cuantos metros,
son los recuerdos,
las bocas que lloran.

Me perdí en el callejón,
solo para complacerte,
la risa apagada,
de ajenas vidas.
pataleó el camino,
rabia contenida,
acto inspirante,
fiel compañera.

Se encierran edificios,
tu brazo los ayuda,
pasan las aguas,
somete el susto, 
saltando,
riendo, llorando,
ángeles que tiñen,
parte del ser,
labios que olvidan.

Dulces las mentes,
rojo calcado,
arde el paso,
oculta el pasto,
tropiezan,
y engañan,
mis rezos,
mis risas.





Alfonso González, Recetas Consecuentes

domingo, 10 de julio de 2011

Viaje

Viaje
de viajes
mis viajes
son viajes
del viaje


Buscando rabias,
que me quieran encontrar,
varado en un barco,
cristalino por el sol,
que oscurece el ardor,
queriendo ver,
montañosos anocheceres, 
en un lazo que une
este viaje precoz, 
valiente destiñó,
poder crear,
en melodías explotar,
camino vacío,
de sórdidos placeres,
en pelea se creó.

Escuchando voces,
violencia calmó,
para dejar al agua
el perder y escapó,
escondido corazón,
en sufrir no llegó,
al rescate inocente
de males enojados,
y capaz lo vio,
que el querer desconoció,
en el llanto inocente
de él forzó.

Recordar las notas,
del hermano amor,
hace unos días creaste,
al ritmo del sol,
parecidos razonables,
insolentes asonantes,
al deprimido libertador
de un libro sacó,
reconocer,
las tres partes,
de esta tentada ocasión,
que con escuchar,
escribió sin razón,
escribo sin razón.






Alfonso González, Recetas Consecuentes

Tal vez

Tal vez

Vemos la gente sentada,
miradas vacías,
esta vida sin duda,
obliga a beber más,
son los miedos,
es el hambre,
hielos de este trago,
es la injusticia,
es el frío,
el mismo vaso.

Estos corazones,
quieren un poco,
de alegría,
tal vez fumar un poco, 
de esta agría poesía,
problemas que se tapan,
con su risa,
drogas que carcomen,
las caricias.

Tengo vino,
para todo su cielo,
y embriagarnos,
de esta realidad,
cuanto tiempo
tendrán que esperar,
recibir aprecio
en una mirada.

Miedos,
desprecios,
pasan sin mirar,
que el camino está mojado,
no hay que parar,
y las luces me llevan,
a ducharme de este barro,
que abandonado,
recoge,
los cuerpos quebrados,
los cuerpos drogados.

Estas frases ya se repitieron,
no sé por qué aun escribo esto,
será porque existen los infiernos,
que alumbran su dolor,
tal vez queramos mendigar,
ayuda con verdad,
de esa dignidad botada,
del mismo que hoy,
quiere escapar.

Vuelves a la cama,
que protege tus pies,
al cerrar la vida diaria, 
se acaba el juez,
y al callar la estrella,
desaparece el fin,
el deseo reprimido,
al dormir feliz,
al dormir mejor.

Cuantas lunas,
no miran atrás,
como quisiera que esos días,
retrocedieran,
para al fin negar al necio,
todo lo que faltó,
en la cara de la calle,
nunca amaneció.

Estos versos,
ya se escribieron,
no sé por qué aun pienso,
en estas alegorías,
será porque aun existen enfermos,
aferrados a un colchón,
tal vez creamos mendigar,
ayudar a dejar de errar,
la felicidad que desapareció,
para el mismo que hoy,
busca escapar,
el mismo que hoy,
quiere soñar,
son los mismos,
que quieren despertar.





Alfonso González, Recetas Consecuentes







Otra Vez

Otra Vez

Varados encuentros callados,
avanzo sin mirar al frente,
y mil guitarras condescendientes
van corrompiendo mi sed,
en batallas muy lejanas,
que cierran mil puertas,
me llaman a su encuentro
apuradas se entusiasman,
se entusiasman por correr.

Cayeron raíces,
me llevaron muy lejos,
callaron unidos,
me vieron volver,
rieron los muros,
que me robaron el tiempo,
vagué perdido,
hasta el amanecer,
puede ser,
que vuelva a ver,
tu susurrar,
ensuciado en el mar.

Si las animas me contaran,
los secretos de mi muerte,
y los encuentros pendientes,
al fin podría dormir,
si las ortigas de mi patio,
me acarician los pies,
te podría desvestir,
volver a mover esa red,
coger esa red y correr,

Ruidosas dudas,
se vuelven rudas,
logra conmover,
ese palpitar,
tan creciente,
mi paciencia escrita,
que parecen caer,
otra vez,
aparecen varias cuadros,
en el camino,
se perdieron en la estupidez,
y van forjando las risas,
de hombres y mujeres,
de condenados y santos,
sin luz.

Volverán las piedras,
que entristecen mi cuerpo,
y pelearán las cuerdas,
que resistieron ante él,
caerán los cuadros,
que pintaron la muerte,
y besarán mis manos,
como condena de fe,
otra vez,
te veré,
entre las calles
de mi nacer,
creeré,
en tu piel,
crearé
y caeré.







Alfonso González, Recetas Consecuentes