domingo, 29 de mayo de 2011

El trabajo, ¡el esclavo sometido de la felicidad formal!


"Seamos perezosos en todas las cosas, excepto al amar y al beber, excepto al ser perezosos".
Lessing






Comúnmente, tenemos la maniática forma de realizarnos moralmente, al trabajar, el ofrecer un producto de nuestro esfuerzo, un resultado de nuestra inteligencia. Pero yo reniego de eso, la única manera de encontrar la libertad, es no trabajar, no hacer nada.
Dedicarnos a compartir, hablar, beber, fumar, hacer el amor, destruir, construir. Reniego de la condena entregada por los patrones de la Iglesia Católica, me saco esas cadenas y vivo, aprendí a vivir.
y escribo, y hablo,  toco ......

Los dejo con un amiguito:



"Una extraña locura se ha apoderado de las clases obreras de las naciones donde domina la civilización capitalista. Esta locura trae como resultado las miserias individuales y sociales que, desde hace siglos, torturan a la triste humanidad. Esta locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda por el trabajo, llevada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de sus hijos. En vez de reaccionar contra esta aberración mental, los curas, los economistas y los moralistas han sacralizado el trabajo. Hombres ciegos y de escaso talento, quisieron ser más sabios que su dios; hombres débiles y despreciables, quisieron rehabilitar lo que su dios había maldecido. Yo, que no me declaro cristiano, economista ni moralista, planteo frente a su juicio, el de su Dios; frente a las predicaciones de su moral religiosa, económica y libre pensadora, las espantosas consecuencias del trabajo en la sociedad capitalista"
Paul Lafargue, "El derecho a la Pereza"




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